Al comenzar el
estudio de las disciplinas que tienen por objeto al “arte”, lo primero que
llama la atención es la cantidad de teorías que existen tanto en nuestros
coetáneos como entre los más distinguidos pensadores y artistas de la historia.
Nosotros no vamos a estudiar las teorías con nombres y fechas, ya que requiere
un trabajo erudito, de muchos años y altamente especializado, lo que nos alejaría
del propósito de una formación docente en artes visuales integral.
Comenzaremos a
plantearnos algunas inquietudes y analizar distintas reflexiones, siguiendo el
texto de Manuel López Blanco, en sus Notas
para una introducción a la estética:
El arte existe,
de hecho, incuestionablemente. De alguna manera todos hemos leído una novela,
hemos presenciado una película o una obra teatral, hemos conocido personalmente
o a través de los libros a varios artistas, y si no los hemos visto trabajar lo
podremos imaginar porque nosotros también, en mayor o menor grado, ya tímida,
ya eufóricamente hemos intentado hacer una poesía, diagramar una novela, pintar
un cuadro… Más todavía, no estamos de
acuerdo con ciertos críticos, nos gusta más un músico que otro, y nos llena de
maravilla cuando ojeamos el arte de otras épocas, su variedad infinita… No, no
podemos cuestionar su existencia.
Las sugerentes
pinturas de Altamira, una catedral gótica, las pirámides egipcias, un corto de
Chaplin, una máscara africana, el edificio de las naciones unidas, aquella
estampa china, etc. etc., a todo eso y mucho más se le llama arte. Es
una realidad demasiado frondosa como para abarcarla de una sola mirada o para
contenerla en una sola idea. Como ocurre con la naturaleza humana, al arte tampoco se lo puede definir. Pero se
lo puede estudiar, es decir, describir plástica y científicamente.
No se lo puede
definir significa que no hay fórmula que contenga “lo” artístico. Ese “lo” es,
o toda la historia del arte o una idea vacía, un fetiche metafísico sin asidero
real. La realidad es insospechablemente rica, siempre cambiante, polifacética,
contradictoria, viva.
“El arte procede
de toda la vida humana, y surge de toda forma de actividad. De ahí el éxito
aparente y el fracaso real de las doctrinas que lo reducen a alguna de entre
ellas. Pero a cada una le agrega y a todas las combina en un conjunto
irreductible y nuevo. Bastaría decir que consiste en una forma original de
actividad, que orienta actividades subalternas y las hace intervenir en una
obra imprevista. No es suficiente afirmar que actúa en él la totalidad de la
persona humana, lo que es el caso de todas las obras espirituales. Hay que
agregar, además, que tiene por objeto expresar esa totalidad como tal,
asegurando a cada uno de sus aspectos una figuración en la cual esa totalidad
señala su presencia. El arte es la armonía de las funciones, y en el sentido
estético, resuena y concuerda, en una compleja arquitectura, tanto la
sensorialidad y la sensualidad de todos los sentidos como el flujo de todos los
sentimientos y la fuerza expansiva de todas las ideas.” H. Delacroix. Los
sentimientos estéticos, p. 315.
Las fórmulas
populares como: el arte es intuición, o expresión, o comunicación, o actividad
liberadora, o verdad sensible, o símbolo, o imagen, etc., solo aprehenden una
parte o destacan un detalle estático, parcial, insuficiente de esa totalidad
que es el arte, todo el arte humano. Por eso decimos que al arte no se lo puede
definir.
“…no pretendemos
determinar de una vez y para siempre que es lo bello o lo no bello; antes bien,
reconocemos que el mundo integro del arte está sometido a una constante
evolución. Ahora bien; justamente este hecho de la evolución y transformación
de los ideales artísticos nos parece uno de los más importantes objetos de la
investigación estética.” Meuman, J. Sistema de la estética, Calpe. p 19.
Que no se puede
definir no significa que no se lo puede conocer o estudiar. Y como todo
conocimiento humano, el conocimiento que se tiene sobre el arte (conceptos e
ideas estéticas) es aproximativo, esto es históricamente condicionado; depende
del desarrollo de las ciencias, de quién lo dijo, en qué lugar y momento.
Describir al arte es remitirse a la historicidad del arte, dónde, de quién,
cuándo, para quiénes, por qué, para qué…
En una palabra,
no existen conocimientos absolutos. Ni estéticos ni de ninguna naturaleza. La
tan mentada universalidad de las obras de arte no es otra cosa que su
historicidad pasada o posibilidad histórica futura.
Todo
conocimiento concreto es histórico. Ese árbol, aquella estrella, esta obra de
arte o cualquier otro acontecimiento humano, animal, vegetal o mineral, es
mostrado, visto, comprendido o expresado fuera del tiempo o del espacio (su
campo histórico), si no es un error, es una verdad parcial y por tanto una
abstracción.
Pero cuidad con
caer en la tentación del irracionalismo, que en busca de la verdad absoluta, de
esa llave maestra que abra todos los secretos de una vez y para siempre, cuando
se refieren a los acontecimientos relativos, lo hacen despectivamente, como si
fuera un mero artificio mental, extraño al objeto que se quiere conocer. Cuando
se dice conocimiento relativo, descriptivo o aproximativo se dice también
conocimiento objetivo, que refleja a la realidad en alguna medida, que posee un
contenido verdadero dentro de ciertos límites, coincidente con el objeto
conocido.
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